En
 Antakira hemos querido rendir un homenaje muy especial a Ian Sinclair, 
el creador del famosísimo ZX Spectrum, mediante una recopilación de 
nuestros juegos favoritos para esta máquina. Aunque los orígenes de los 
ordenadores son muy anteriores al lanzamiento de esta gama de 
ordenadores, sí que puede atribuirse buena parte del mérito de la 
popularización de los ordenadores y la informática doméstica a estas 
máquinas. Con un precio asequible y el atractivo de juegos similares a 
los que se habían hecho famosos en las máquinas recreativas, el ZX 
Spectrum sirvió para inspirar y formar a toda una generación que gracias
 a él se acostumbró a interactuar con sistemas digitales. Y es que para 
los primeros usuarios del Spectrum, era prácticamente inevitable 
aprender informática si se quería sacarle algún partido a este aparato. 
Antes de que fuera posible comprar las cintas de cassette con programas y
 juegos, no quedaba otra que escribir manualmente los programas que 
publicaban revistas como Microhobby, a quién también hay que reconocer 
la labor que desempeñó a la hora de difundir y popularizar esta nueva 
tecnología en este país. Para jugar a un juego muchas veces había que 
pasar antes una o dos horas tecleando el código de listados como el que 
podemos ver abajo.
Aparte del trabajo que suponía introducir a 
mano el código, cuanto más largo era el listado más fácil era que se 
deslizaran errores durante este proceso, por lo que tras introducir la 
última línea, muchas veces había que dedicar un buen rato a depurar el 
programa, hasta conseguir localizar la línea que no se había escrito 
correctamente. Todo ello para disfrutar de un juego que, además, solía 
ser de una calidad bastante inferior a los disponibles comercialmente. 
Tras pasar cuantas tardes dedicadas a este entretenimiento, era fácil 
pensar en dar el salto al otro lado de la revista en convertirse en uno 
de los programadores cuyas obras se publicaban. Además, al tratarse un 
mundo emergente, era fácil idear aplicaciones y juegos que aún no se 
habían explorado, de una manera que tal vez podría compararse con los 
horizontes salvajes que se colonizaron durante la conquista del Oeste 
americano. Siendo así, es fácil comprender por qué hay tantos 
profesionales informáticos que conservan un especial cariño por el 
ordenador con el que dieron sus primeros pasos y que ha hecho que, 
incluso hoy, exista una escena muy activa de programadores que siguen 
creando para un ordenador que hace varias décadas que dejó de 
fabricarse. Y, sin más, vamos con la lista de los juegos que nos 
marcaron.
1. Underwurlde
Si
 hay una compañía de juegos mítica, sin duda es Ultimate Play The Game. 
Esta empresa inglesa, con su aura de misterio y sus increíbles avances 
técnicos, no tardó en convertirse en la referencia del sector. Dado que 
sería fácil monopolizar esta lista solo con sus juegos, hemos optado por
 citar tan solo uno. Si bien otros de sus títulos han logrado mayor 
fama, como Knight Lore o Alien 8, hemos elegido Underwurlde como el 
mejor y es que, además de ser impecable visualmente, es un juego 
realmente divertido. También fue muy innovador en su jugabilidad, ya que
 los numerosos enemigos de este juego no mataban al protagonista por 
contacto, como era habitual, sino que tan solo lo empujaban, muchas 
veces hacia una caída que sí que podía ser letal. Un mapa gigantesco 
para la época y un diseño de niveles muy inteligente convierte a este 
juego en una absoluta obra maestra.
2. Jet Set Willy
3. Batman
perfección el universo del héroe de cómic que protagonizó este juego.
4. Pyjamarama
5. 3D Death Chase
6. Nebulus
7. The Sentinel
8+1. Professional Adventure Writing System (PAWS)
Ha sido realmente difícil elegir unos pocos entre todos los títulos memorables que surgieron en la época, por lo que hemos intentando centrarnos en títulos que, aparte de su calidad, fueron particularmente relevantes y revolucionarios. Sin embargo, es posible que la lista se haya quedado incompleta, así que nos encantaría que nos comentarais qué juego de esta época os gustaría incluir.








